Autor: Manuel Hernandez Diez

  • La Noche de la Confesión

    El silencio en el ático era ahora más denso, cargado no solo de polvo, sino de una electricidad palpable. Marien, sentada en una silla, sostenía una copa de vino tinto, el color de su sangre, y observaba a Pedro, que se paseaba sin rumbo, como un animal atrapado en una jaula. La tensión, que había…

  • El Despertar de la Sombra

    El aire en el ático, cargado de polvo y recuerdos, se sentía ahora como una prisión. La música, aunque aún resonaba en la distancia, ya no era un bálsamo, sino un recordatorio implacable de la noche anterior. Pedro, sentado al borde de la cama, observaba las sombras danzantes proyectadas por la luna, y sentía que…

  • La Sombra de la Tentación

    El calor de la pista de baile, que antes le había parecido una liberación, ahora le pesaba como una losa. Pedro sentía la mirada de Sofía clavada en él, unida a laos el de Marien, quien lo observaba con una mezcla de furia y desolación. El champán, que antes disfrutaba con moderación, ahora le sabía…

  • El Eco de la Tentación

    El aire salado de la Costa Brava, cargado del aroma a algas y champán, no lograba disipar la sensación de opresión que se había instalado en el pecho de Pedro. Marien, siempre tan observadora, notó su inquietud. ‘¿Te pasa algo, cariño?’, preguntó, su voz un suave murmullo que rompió el silencio incómodo. Pedro evitó su…

  • La Tentación de la Arena

    El sol, ya más bajo en el horizonte, pintaba de naranja y púrpura el agua de la Costa Brava, un espectáculo que, en circunstancias normales, habría calmado la inquietud de Pedro. Pero la mirada de Sofía, persistente y cargada de una promesa sutil, lo mantenía en un estado de tensión constante. La conversación con Marien,…

  • El Eco de la Arena

    El sol golpeaba implacable la arena dorada de la Costa Brava, un latido constante que se mezclaba con el tintineo de las copas de champán. El Beach Club, «La Sirena», era un hervidero de cuerpos bronceados y risas estridentes, pero para Pedro, era un campo minado de miradas y sonrisas que no entendía. Marien, con…